¡SU ÚNICO DELITO FUE SER UNA MAESTRA JUBILADA Y TRABAJAR HONRADAMENTE!

• Irma Hernández Cruz fue secuestrada, obligada a grabar un video para el crimen organizado y brutalmente asesinada en Álamo, Veracruz.
• Morena le entregó el país al crimen organizado y hoy asesinan a quienes se niegan a someterse: la muerte de Irma es prueba del fracaso y la traición del gobierno.
El asesinato de Irma Hernández Cruz, una profesora jubilada que trabajaba como taxista en el municipio de Álamo, Veracruz, ha encendido la indignación nacional. Su único “crimen”: seguir trabajando de manera honesta y negarse a pagar una cuota al crimen organizado. En un país cada vez más entregado a los delincuentes, su muerte simboliza la impunidad y el terror que imperan bajo el gobierno de Morena.
Irma, de 65 años, desapareció el pasado 20 de julio. Al día siguiente, fue difundido un video en redes sociales donde, bajo evidente coacción, pedía a los taxistas de Álamo pagar una cuota semanal al crimen organizado. Horas después, su cuerpo sin vida apareció en un camino de terracería de la comunidad El Ídolo. La maestra fue torturada y asesinada por negarse a someterse al poder del narco.
Este crimen ha estremecido no solo a Veracruz, sino a todo México. Irma representaba a miles de ciudadanos que, pese a haberse retirado de su vida laboral, siguen trabajando dignamente para sobrevivir. Sin embargo, hoy trabajar con honestidad es motivo de muerte en un país donde el Estado ha perdido el control, donde el gobierno de Morena le ha abierto las puertas al crimen organizado con su fallida estrategia de “abrazos, no balazos”.
La indignación no se ha hecho esperar. Taxistas realizaron una caravana exigiendo justicia, mientras ciudadanos y organizaciones sociales acusan al gobierno federal y estatal de permitir que los cárteles impongan su ley. La Fiscalía del estado abrió una carpeta de investigación, pero la desconfianza reina: son muchos los casos que han quedado impunes.
Irma no solo fue víctima de un grupo criminal: fue víctima de un gobierno que abandonó a su gente, que prefiere pactar con delincuentes antes que proteger a los ciudadanos. Hoy su nombre duele, pero también despierta la rabia de un país cansado de vivir con miedo.